Fernando Marías, catedrático de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia , nos presentó un estudio de caso a través de una iglesia barroca de la ciudad de Toledo (San José, 1588), en el que analiza la figura del griego de Toledo desde una perspectiva muy poco conocida del autor: su obra al servicio de poderosas familias conversas y el uso de su arte como forma de legitimación social del nombre y pasado de ciertos linajes manchados por la huella de la dudosa limpieza de sangre.

Fernando Marías utilizó una obra arquitectónica concreta como hilo conductor del análisis propuesto: la iglesia de San José de Toledo, construida a finales del siglo XVI, uno de los mejores ejemplos del barroco de la ciudad que se ha mantenido en un excelente estado de conservación hasta nuestros días. El linaje a estudiar, los Ramírez, fueron una poderosa y rica familia de mercaderes de telas de origen converso, que con la construcción de una capilla familiar quisieron mejorar su reputación social en el Toledo de finales del quinientos (en un ambiente de gran presión, persecución y discriminación hacía las minorías religiosas). En este contexto, y como indica F. Marías, ni la iglesia de San José ni los altares las piezas pictóricas del Greco que custodia en su interior han sido tratadas aún desde una perspectiva conversa.
El origen del problema social del linaje comenzó en el año 1485, cuando el comerciante de telas Martín Ramírez, el fundador del linaje, fue reconciliado por el Santo Oficio de la Inquisición a través del “perdón general”, y proyectó la construcción de la capilla de San José, aunque el origen real de la fundación data del año 1568, cuando la familia expresó sus verdaderas intenciones, las de fundar una capilla, que además acogiese a hermanas de la Orden de las Carmelitas, donando a dicha congregación la cantidad de dos millones de maravedíes para la fundación de un convento la advocación y veneración de San José. El fin de la donación era claro: la construcción de un espacio de culto, con todo lo necesario para rendir devoción al mencionado santo, y sobre todo, y aquí una de las principales ambiciones familiares, que esta capilla se constituyese como el espacio de sepultura de todos los miembros del linaje. El plazo de ejecución de la obra, tras la autorización del arzobispado de Toledo, fue de diez años. Mientras tanto, la familia Ramírez patrocinó la fundación de una capilla provisional, cuyo coste se elevó a los 250.000 maravedíes). Acabada la obra, a principios de la década de los ochenta, los patronos perpetuos (los Ramírez), encargaron a El Greco la realización de los retablos (3) de la nueva capilla. Sin embargo, la relación entre los Ramírez y las hermanas carmelinas no fue siempre perfecta, dado que los intereses propios propiciaron ciertos procesos y litigios legales entre los patronos de San José y la congregación, cuyas casas estaban muy cercanas la nueva iglesia. Las nuevas informaciones (extraídas del A.H.N), ofrecen nuevas perspectivas sobre este proceso. En cualquier caso, y tras años de litigio (donde se implicaron múltiples instituciones, desde las reales chancillerías, hasta el arzobispado, y la nunciatura apostólica, llegándose a argumentar incluso los posibles perjuicios que el sonido de las campanas podría provocar en las monjas), los Ramírez obtuvieron autorización real para la ejecución del templo (no sin ciertas modificaciones impuestas sobre el trazado de la capilla, como la reducción de sus dimensiones). El arquitecto elegido para dicha tarea por el maestro mayor Nicolás de Vergara “el mozo”. En 1594 la obra estaba prácticamente terminada. Parece que la amistad del maestro Nicolás con el Greco también fue un elemento importante a la hora de la elección de este autor, en 1597, para las pinturas y retablos de la nueva capilla. Según el contrato, El Greco debía pintar tres retablos principales, que debían ser terminados en la fiesta de la virgen de agosto de 1598 (el 15 de agosto, día de la Asunción). En la documentación se observa con gran lujo de detalles las características de las obras (San José y la coronación de la Virgen María, los evangelios a utilizar para la inspiración de las mismas, etc.). En 1599, los trabajos del Greco, entregados al patronato de la iglesia de San José, fueron tasados en 31.328 reales, y aunque se produjeron nuevos litigios entre el pintor y la familia de patronos sobre los valores a pagar, se llegó a un acuerdo que hizo que las obras del célebre griego de Toledo pudiesen adornar la nueva capilla de San José, que siempre preservó un pasado de tintes “conversos”.
Esta charla del profesor Fernando Marías nos ayudó a comprender mejor el sentido, naturaleza, y proyección histórico-social e ideológica de las obras de arte, y también, a situarlas en contextos y perspectivas que a menudo escapan del estudio de las mismas.
Para saber más:
Exposición IV Centenario: “El Griego de Toledo”, comisariada por F. Marías. (Museo de Santa Cruz, 2014.
Fernando Marías, El Griego de Toledo, Toledo: El Viso, 2014.
Entrevista a Fernando Marías sobre la exposición, en La Tribuna de Toledo:https://www.latribunadetoledo.es/noticia/Z2B978CFB-99E8-F5B22A6A1AE6D8F0B436/201404/El-Greco-no-tuvo-ninguna-voluntad-de-convertirse-en-un-toledano
Reportaje de Canal Sur: https://www.youtube.com/watch?v=odclGFP6MkQ
Artículo en el ABC: https://www.abc.es/cultura/arte/20140615/abci-cierre-greco-2014-201406151717.html
Fernando Marías, ” El Greco among the conversos. The case of the Chapel of Saint Joseph (Toledo, s. XVI)”, en Creative and imaginative powers in the pictorial art of El Greco, Fernando Marías y Livia Stoenescu (eds.), Belgium, Brepols Publishers, 2016.